miércoles, 30 de marzo de 2016

ANALIZANDO LA INCLUSIÓN EDUCATIVA

Nosotras, como futuras docentes, independientemente de cualquier especialidad, hemos recibido en estos tres años formación acerca de la educación en general y del alumnado con Necesidades Educativas Especiales (N.E.E.). Obviamente no podía faltar una asignatura sobre la Educación Inclusiva, a lo largo de estos meses hemos visto vídeos, películas, debates, leído textos y con su posterior análisis, todo ello con el objetivo de comprender la importancia de llevar a los centros educativos la inclusión, el por qué hacerlo, quiénes llevarlo y el cómo lograrlo. A lo largo de los años muchos autores han analizado esta situación discriminatoria y sus consecuencias, para buscar posibles soluciones. Pero antes tenemos que saber y conocer quiénes son aquellos a los que se discrimina, entenderles e incluirles.

Para Bayer (1996), las características de esta innovación son el hecho de la no discriminación de la discapacidad, la deficiencia, la enfermedad, la cultura, la etnia, el género y el nivel sociocultural, es decir el alumnado excluido. Se debería de implicar a todos los miembros de la comunidad educativa sin excepción y hay que enfatizar en la diversidad como tal, más que el hecho de asimilar. Para todo ello se tienen que integrar tres procesos: una formación del profesorado, aumentar la participación del alumnado tanto en la cultura como en los currículums y reducir la exclusión. Con ello perseguimos el objetivo de iniciar el largo camino para cambiar la mentalidad de la sociedad hacia una perspectiva inclusiva, de forma piramidal, empezando por la base (los niños).

Ahora bien, vamos a profundizar en estos procesos. En primer lugar, la formación del profesorado, ¿cuál es el perfil de un profesor inclusivo? ¿Cómo llegar a él? Como bien se sabe, existen profesores generalistas y profesores especialistas, la gran duda es si su formación debe ser de su correspondiente área o si ambas partes deben recibir una formación mixta.

Algunos autores tienen una perspectiva separatista, es decir, el profesor generalista recibe una formación general y el especialista se forma en una especialidad. Puesto que para ellos hay alumnos “generales/normales” y por tanto reciben formación de profesores “generales”. ¿Y qué ocurre con el alumnado catalogado como “especial”?, que tienen sus profesores “especiales”. También hay algunos como Murphy (1996), que aun compartiendo esta idea, ambos tipos de profesionales deben colaborar mutuamente. Por otro lado Sindelar (1995) alega que sería necesario que la colaboración entre ambas modalidades se inicie en el período de formación. Pero, en contraposición, están aquellos que defienden la idea de una formación única, que no haya una diferenciación, que todos los profesores se formen para poder abarcar todas aquellas necesidades que se les presenten en el aula. Como dice García-Pastor (1993) “es posible una formación inicial común a todos los profesores, capaz de formar para una respuesta educativa diversa y de generar actitudes ante las diferencias humanas”. No olvidemos que “la formación básica y la formación especializada no están reñidas entre sí, por el contrario se suman y se complementan y no se restan ni contradicen” (López Melero, 1990:193). Queremos destacar que no por ser una educación especializada en alumnado N.E.E no se puedan compartir ambas formaciones, de hecho existen algunos métodos que se diseñaron para la especialidad y que luego acabaron siendo utilizados en Educación Infantil con el alumnado general obteniendo grandes resultados, como ocurre con los materiales de Montessori y de Decroly.

Como ya hemos dicho, todo se inicia con la formación del profesorado, hay que provocar un cambio de la mentalidad tradicional hacía la mentalidad inclusiva desde la formación y que ellos mismos quieran provocar ese cambio. La inclusión es actualmente un gran desafío para los sistemas educativos y para todos aquellos profesionales que trabajan por una mayor calidad de la educación, pero esto no nos debe parar, el cambio se produce cuando realmente lo queremos y lo buscamos en comunidad. Una vez que hay interés solo debemos buscar el cómo, hay a nuestro alcance mucha información. Gracias a las nuevas tecnologías encontramos proyectos y recursos como el proyecto INCLUD-ED, que desarrolla las comunidades de aprendizaje, y el INTERPROYECT, que es una guía para aplicar la educación intercultural en la escuela u organismos y agencias internacionales como la UNESCO y la Red Iberoamericana Intergubernamental de cooperación técnica para la educación de personas con Necesidades Educativas Especiales (RIINEE). Gracias a todos estos proyectos y organizaciones se ha observado que en Latinoamérica los grupos prioritarios para la inclusión son los arraigados en la pobreza, los grupos indígenas y la población rural. Y en Europa hay una situación diferente, ya que los prioritarios son los discapacitados y la población inmigrante. Todo ello apunta a que los sistemas educativos pueden favorecer un mayor cohesión social al integrar a todos los alumnos en instituciones que promueven la aceptación de las diferencias.

En segundo lugar, tenemos la participación del alumnado, la cual se afronta con tres tipos de programas. Por un lado están las estrategias dirigidas al alumnado excluido, con el objetivo de fomentar la idea de que incluir es acoger y acoger es valorar, por tanto incluir es acoger y valorar, no sólo en relación a los demás sino a ellos mismos. No existen superiores ni inferiores, todos podemos aprender de los demás y todos pueden enseñar algo a los otros; porque todos somos valiosos, a pesar de las diferencias. Por otro lado, encontramos las estrategias para alumnos corrientes, cuyo objetivo es la aceptación del alumnado excluido. Como por ejemplo la importancia del currículum; una estrategia es el “Currículum general + contenidos añadidos”, en éste se pueden incluir temas transversales como la enseñanza de valores, actitudes y normas haya o no alumnado excluido. Y la otra es el “Currículum Inclusivo”, que consiste en incluir dentro del PCC aquellos contenidos relacionados con las habilidades sociales adecuadas. Éste es el mejor recurso para promover el cambio en las escuelas hacia la inclusión, ya que las políticas educativas lo limitan y es muy importante “enseñar” a todos las conductas sociales adecuadas. Y por último, tenemos las estrategias dirigidas a la interacción entre el alumnado excluido y el alumnado corriente, es decir, lograr que unos y otros se encuentre. Para ello hay dos tipos de estrategias: las “Estrategias de socialización en grupo, desarrolladas en marcos naturales”, con el objetivo de crear una situación adecuada para que todo el alumnado actúe con naturalidad y el alumnado excluido sea incluido naturalmente. Y la “Red de apoyos entre compañeros”, que se basa en organizar un “Sistema de compañeros y amigos”, “Círculos de amigos” y “Contratos de colaboración”, además de una “Comisión de apoyos entre compañeros”. Aun así, para llegar a una verdadera inclusión se deben desarrollar “Estrategias para la atención a la diversidad dentro del aula”. Todo ello se basa en construir, en las aulas, un dispositivo pedagógico para que evolucionen a aulas inclusivas.

Para concluir, desde nuestro punto de vista, el grupo dominante de una sociedad define los rasgos de la cultura que configuran la comprensión del éxito y del fracaso académico, esto produce diferencias entre aquellos que aprenden y los que no. Las políticas educativas, durante mucho tiempo, han provocado que unos alumnos sea integrados y otros no, esto ha determinado que muchas personas con N.E.E o ciertos déficits no se hayan podido incluir en la educación ordinaria.

El hecho de separar a los alumnos con N.E.E. de aquellos alumnos determinados como “normales” ha provocado el surgimiento de prácticas educativas “normales” y “especiales”. Según Slee (1998), la Educación Especial ha distorsionado lo que realmente ocurre en las escuelas, lo que viene a ser un gran fracaso a la hora de ofrecer una correcta adecuación para todos. El paradigma médico determina que aquellas personas con discapacidades, tanto físicas como cognitivas, no podrán tener resultados y oportunidades eficaces. Tratan la discapacidad como una anormalidad, diferenciándola como una desviación social y esto provoca que sólo se tengan en cuenta las características negativas sin tener en cuenta las habilidades potenciables del individuo, esto deja la idea de que no pueden ser educables.

Para combatir las prácticas tradicionales asociadas a los modelos médicos y psicológicos se inicia la Educación Inclusiva. En su inicio se veía como una innovación de la Educación Especial, pero progresivamente se ha ido extendiendo a todo el contexto educativo con el objetivo de ofrecer una educación de calidad al alumnado.