Nosotras, como futuras docentes, independientemente de
cualquier especialidad, hemos recibido en estos tres años formación acerca de
la educación en general y del alumnado con Necesidades Educativas Especiales (N.E.E.).
Obviamente no podía faltar una asignatura sobre la Educación Inclusiva, a lo
largo de estos meses hemos visto vídeos, películas, debates, leído textos y con
su posterior análisis, todo ello con el objetivo de comprender la importancia
de llevar a los centros educativos la inclusión, el por qué hacerlo, quiénes llevarlo
y el cómo lograrlo. A lo largo de los años muchos autores han analizado esta
situación discriminatoria y sus consecuencias, para buscar posibles soluciones.
Pero antes tenemos que saber y conocer quiénes son aquellos a los que se discrimina,
entenderles e incluirles.
Para Bayer (1996), las características de esta innovación
son el hecho de la no discriminación de la discapacidad, la deficiencia, la
enfermedad, la cultura, la etnia, el género y el nivel sociocultural, es decir
el alumnado excluido. Se debería de implicar a todos los miembros de la
comunidad educativa sin excepción y hay que enfatizar en la diversidad como
tal, más que el hecho de asimilar. Para todo ello se tienen que integrar tres
procesos: una formación del profesorado, aumentar la participación del alumnado
tanto en la cultura como en los currículums y reducir la exclusión. Con ello
perseguimos el objetivo de iniciar el largo camino para cambiar la mentalidad
de la sociedad hacia una perspectiva inclusiva, de forma piramidal, empezando por
la base (los niños).
Ahora bien, vamos a profundizar en estos procesos. En primer
lugar, la formación del profesorado, ¿cuál es el perfil de un profesor
inclusivo? ¿Cómo llegar a él? Como bien se sabe, existen profesores generalistas
y profesores especialistas, la gran duda es si su formación debe ser de su
correspondiente área o si ambas partes deben recibir una formación mixta.
Algunos autores tienen una perspectiva separatista, es
decir, el profesor generalista recibe una formación general y el especialista
se forma en una especialidad. Puesto que para ellos hay alumnos “generales/normales”
y por tanto reciben formación de profesores “generales”. ¿Y qué ocurre con el
alumnado catalogado como “especial”?, que tienen sus profesores “especiales”. También
hay algunos como Murphy (1996), que aun compartiendo esta idea, ambos tipos de
profesionales deben colaborar mutuamente. Por otro lado Sindelar (1995) alega
que sería necesario que la colaboración entre ambas modalidades se inicie en el
período de formación. Pero, en contraposición, están aquellos que defienden la
idea de una formación única, que no haya una diferenciación, que todos los
profesores se formen para poder abarcar todas aquellas necesidades que se les
presenten en el aula. Como dice García-Pastor (1993) “es posible una formación inicial común a todos los profesores, capaz de
formar para una respuesta educativa diversa y de generar actitudes ante las
diferencias humanas”. No olvidemos que “la
formación básica y la formación especializada no están reñidas entre sí, por el
contrario se suman y se complementan y no se restan ni contradicen” (López
Melero, 1990:193). Queremos destacar que
no por ser una educación especializada en alumnado N.E.E no se puedan compartir
ambas formaciones, de hecho existen algunos métodos que se diseñaron para la
especialidad y que luego acabaron siendo utilizados en Educación Infantil con
el alumnado general obteniendo grandes resultados, como ocurre con los
materiales de Montessori y de Decroly.
Como ya hemos dicho, todo se inicia con la formación del
profesorado, hay que provocar un cambio de la mentalidad tradicional hacía la
mentalidad inclusiva desde la formación y que ellos mismos quieran provocar ese
cambio. La inclusión es actualmente un gran desafío para los sistemas
educativos y para todos aquellos profesionales que trabajan por una mayor
calidad de la educación, pero esto no nos debe parar, el cambio se produce
cuando realmente lo queremos y lo buscamos en comunidad. Una vez que hay
interés solo debemos buscar el cómo, hay a nuestro alcance mucha información. Gracias
a las nuevas tecnologías encontramos proyectos y recursos como el proyecto
INCLUD-ED, que desarrolla las comunidades de aprendizaje, y el INTERPROYECT, que
es una guía para aplicar la educación intercultural en la escuela u organismos
y agencias internacionales como la UNESCO y la Red Iberoamericana Intergubernamental
de cooperación técnica para la educación de personas con Necesidades Educativas
Especiales (RIINEE). Gracias a todos estos proyectos y organizaciones se ha
observado que en Latinoamérica los grupos prioritarios para la inclusión son
los arraigados en la pobreza, los grupos indígenas y la población rural. Y en
Europa hay una situación diferente, ya que los prioritarios son los discapacitados
y la población inmigrante. Todo ello apunta a que los sistemas educativos
pueden favorecer un mayor cohesión social al integrar a todos los alumnos en
instituciones que promueven la aceptación de las diferencias.
En segundo lugar, tenemos la participación del alumnado, la
cual se afronta con tres tipos de programas. Por un lado están las estrategias
dirigidas al alumnado excluido, con el objetivo de fomentar la idea de que incluir
es acoger y acoger es valorar, por tanto incluir es acoger y valorar, no sólo
en relación a los demás sino a ellos mismos. No existen superiores ni
inferiores, todos podemos aprender de los demás y todos pueden enseñar algo a
los otros; porque todos somos valiosos, a pesar de las diferencias. Por otro
lado, encontramos las estrategias para alumnos corrientes, cuyo objetivo es la
aceptación del alumnado excluido. Como por ejemplo la importancia del currículum;
una estrategia es el “Currículum general
+ contenidos añadidos”, en éste se pueden incluir temas transversales como
la enseñanza de valores, actitudes y normas haya o no alumnado excluido. Y la
otra es el “Currículum Inclusivo”,
que consiste en incluir dentro del PCC aquellos contenidos relacionados con las
habilidades sociales adecuadas. Éste es el mejor recurso para promover el
cambio en las escuelas hacia la inclusión, ya que las políticas educativas lo
limitan y es muy importante “enseñar” a todos las conductas sociales adecuadas.
Y por último, tenemos las estrategias dirigidas a la interacción entre el alumnado
excluido y el alumnado corriente, es decir, lograr que unos y otros se
encuentre. Para ello hay dos tipos de estrategias: las “Estrategias de socialización en grupo, desarrolladas en marcos
naturales”, con el objetivo de crear una situación adecuada para que todo
el alumnado actúe con naturalidad y el alumnado excluido sea incluido naturalmente.
Y la “Red de apoyos entre compañeros”,
que se basa en organizar un “Sistema de
compañeros y amigos”, “Círculos de amigos” y “Contratos de colaboración”, además
de una “Comisión de apoyos entre
compañeros”. Aun así, para llegar a una verdadera inclusión se deben
desarrollar “Estrategias para la atención
a la diversidad dentro del aula”. Todo ello se basa en construir, en las
aulas, un dispositivo pedagógico para que evolucionen a aulas inclusivas.
Para concluir, desde nuestro punto de vista, el grupo
dominante de una sociedad define los rasgos de la cultura que configuran la
comprensión del éxito y del fracaso académico, esto produce diferencias entre
aquellos que aprenden y los que no. Las políticas educativas, durante mucho
tiempo, han provocado que unos alumnos sea integrados y otros no, esto ha determinado
que muchas personas con N.E.E o ciertos déficits no se hayan podido incluir en
la educación ordinaria.
El hecho de separar a los alumnos con N.E.E. de aquellos
alumnos determinados como “normales” ha provocado el surgimiento de prácticas
educativas “normales” y “especiales”. Según Slee (1998), la Educación Especial
ha distorsionado lo que realmente ocurre en las escuelas, lo que viene a ser un
gran fracaso a la hora de ofrecer una correcta adecuación para todos. El
paradigma médico determina que aquellas personas con discapacidades, tanto
físicas como cognitivas, no podrán tener resultados y oportunidades eficaces.
Tratan la discapacidad como una anormalidad, diferenciándola como una
desviación social y esto provoca que sólo se tengan en cuenta las
características negativas sin tener en cuenta las habilidades potenciables del
individuo, esto deja la idea de que no pueden ser educables.
Para combatir las prácticas tradicionales asociadas a los modelos médicos y psicológicos se inicia la Educación Inclusiva. En su inicio se veía como una innovación de la Educación Especial, pero progresivamente se ha ido extendiendo a todo el contexto educativo con el objetivo de ofrecer una educación de calidad al alumnado.